Home
Curriculum Vitae
Secciones
Contacto
Sitemap

UN EJEMPLO DE AUTODIDACTISMO
15 de Agosto, 2011 por Néstor Pereira

El puerto amaneció radiante, señal de que estaba naciendo un personaje para la posteridad: Don Ramón Díaz Sánchez. Desde Puerto Cabello, con el espejo de una niñez a cuestas vivida plenamente, fue a ofrendar su juventud al Zulia, donde, metido en la lucha política de la generación del 28, padeció los rigores de la cárcel en el castillo de San Carlos, para luego vivir intensamente los avatares que habrían de palpitar en su novela MENE.

Conquista a Caracas a golpe de trabajo, honradez y tesón. Del amor y estímulo de su compañera Isabelita Jiménez, nacieron sus libros capitales: CUMBOTO, BORBURATA y el libro de cuentos agrupados en LA VIRGEN NO TIENE CARA. Aquí, sin haber cubierto las formalidades de los estudios universitarios, pues fue un autodidacto, sus dotes de evocador del pasado encuentran cañamazo suficiente para bordar  escenarios de su niñez, de su región natal. En el GUZMÁN, el escritor teje las figuras de ambos Guzmanes, padre e hijo, y en torno a ellos, el conmovido ambiente de su tiempo, con sus intrigas y ambiciones, con su dialéctica entre libertad y despotismo.

Ejemplo señero de nuestra próvida democracia social, Don Ramón se levantó por sobre los de su generación a fuerza de estudio y perseverancia, hasta realizar una obra vasta y sólida.

Curioso de todo conocimiento, ganó tiempo a su diario trabajo para forjarse a puro pulso una educación, sin otro maestro que él mismo. Penetró en el complejo campo de las ideas, donde no bastan la intuición, la emoción, la fantasía. Sólo, con su bastón blanco, daba aquí y allá, hasta dar, como Moisés, sobre la roca, con el manantial.

Se equivocó Luis Beltrán Guerrero (¡qué lástima!), cuando a propósito de su obra expresó: “Ahora pasará a ser uno de los clásicos que se estudie en nuestros liceos y universidades”.

Sin embargo, basta un solo capítulo (El camino de los burros azules) de su obra Cumboto para que Don Ramón Díaz Sánchez obtenga algo sumamente difícil de lograr. Eso mismo que llamó George Lukacs la gloria de la eternidad literaria.

Artículos de opinión anteriores

RETORNAR A SECCIONES